¿Mirar un panal te asusta o de alguna manera te hace sentir incómodo o asqueado?
¿Qué tal vainas de semillas de loto o los hoyuelos de una fresa o las burbujas en una barra de chocolate?
Si es así, ¡puedes sufrir algún grado de tripofobia!
Entonces, ¿qué es la tripofobia?
Trypophobia es el nombre que se le da a una condición en la que alguien tiene aversión a grupos de pequeños agujeros, protuberancias o patrones circulares repetitivos.
Otros ejemplos de estímulos potencialmente desencadenantes incluyen corales, esponjas marinas, ojos de insectos, plástico de burbujas y poros en la piel.
El término fue acuñado en un foro de Internet donde las personas se reunían para discutir su repulsión ante ciertas imágenes desencadenantes.
La palabra es una combinación de las palabras griegas tripa que significa «agujero», y fobos que significa «miedo».
Aunque su nombre tiene «fobia», no se reconoce como una fobia oficial.
Los estudios sobre la afección son limitados y la investigación disponible está dividida en cuanto a si debe considerarse un trastorno médicamente diagnosticable o no.
Es bastante común, con un estudio publicado en 2013 en la revista ciencia psicológica encontrando que el 16% de los participantes experimentaron sentimientos de disgusto o incomodidad al mirar una imagen de una vaina de semilla de loto.
¿Cuáles son los síntomas de la tripofobia?
Como todas las fobias, la tripofobia puede producir una variedad de síntomas.
Esto puede ser desde leve (piel de gallina, picazón, sentimientos de repulsión) hasta más severo (ansiedad, vómitos y ataques de pánico).
Algunas personas sufren un miedo y una angustia tan excesivos en respuesta a la visión de imágenes desencadenantes.
Incluso puede comenzar a interferir con el funcionamiento regular de sus vidas, y se les puede recetar medicamentos o terapia para superarlo.
¿Existe tratamiento para la tripofobia?
No existen tratamientos específicos para la tripofobia, sin embargo, la mayoría de las fobias se tratan con «terapia de exposición», por lo que es probable que también sea eficaz para tratar la tripofobia.
La terapia de exposición es donde el paciente está expuesto a su desencadenante en un entorno en el que sabe que está seguro en un esfuerzo por volver a entrenar su cerebro.
Como la ansiedad es uno de los síntomas clave en alguien que realmente lucha con su tripofobia, otro método para superar la fobia puede ser controlar su ansiedad.
Hay una serie de terapias de conversación que han demostrado ser muy efectivas para tratar la ansiedad, como la TCC y también los medicamentos.
¿Qué causa la tripofobia?
A diferencia de otras fobias, la emoción abrumadora que suelen describir las personas con esta aversión es el asco, en lugar del miedo.
La tripofobia tiende a ser desencadenada principalmente por estímulos visuales, sin embargo, algunos pacientes han informado que encontrarse con superficies con hoyuelos o agujeros también es un desencadenante para ellos.
Sin embargo, los científicos creen que en realidad no son los agujeros en sí mismos los que provocan la respuesta, sino lo que representan los agujeros.
Los agujeros a menudo se asocian con el peligro; la idea de caer en uno, o lo que podría estar escondido dentro de uno, es lo que provoca la reacción desagradable.
Kendall Jenner, de Estando al día con las Kardashians, se ha revelado a sí misma como una tripófoba, y es el ejemplo perfecto de esto.
Ella escribió en su blog, “No puedo ni mirar agujeritos, me da la peor ansiedad. ¿Quién sabe lo que hay ahí?”
La aparición de agujeros o protuberancias en el camino que podrían desencadenar una tripofobía también es similar a una erupción cutánea u otras afecciones patológicas, como la varicela o la sarna.
Estamos biológicamente programados para sentirnos disgustados por la aparición de estas condiciones como un medio para protegernos de posibles enfermedades contagiosas.
También hay una teoría evolutiva.
Muchos animales peligrosos muestran agujeros, protuberancias o manchas de estilo tripofóbico en la piel, por ejemplo, caimanes, serpientes venenosas y ranas.
Nuestros antepasados, que tal vez desconocían los peligros que representaban estos animales, pero estaban asqueados por sus patrones, los habrían evitado y, como tales, sobrevivieron hasta la edad reproductiva.
El rasgo tripofóbico se habría transmitido a su descendencia, y así sucesivamente, con la aversión que aún existe en nuestro acervo genético en la actualidad.
Muchos tripófobos no se dan cuenta de que son tripófobos hasta que se les presentan imágenes desencadenantes.
Después de leer este artículo, ¿crees que podrías ser tripofóbico?
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